91 ciudadanos chinos deportados por el gobierno filipino por juegos ilegales
91 ciudadanos chinos sospechosos de operar un negocio ilegal de apuestas en línea fueron deportados a China por el gobierno filipino.
Este es otro paso importante que ha tomado Filipinas para combatir el juego ilegal en el extranjero.
La Oficina de Inmigración detuvo a estas personas porque seguían trabajando en un centro de Philippine Offshore Gaming Operator (POGO), a pesar de que esta actividad fue recientemente declarada ilegal.

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Represión contra el juego en línea ilegal
La Oficina de Inmigración confirmó en un comunicado que los 91 “trabajadores chinos ilegales” estaban apostando sin licencia en varios sitios POGO.
Tras varias redadas realizadas por distintos departamentos de policía y aprobadas por la Presidential Anti-Organized Crime Commission (PAOCC), los detenidos fueron deportados de regreso a sus países de origen.
El comisario de Inmigración, Joel Anthony Viado, subrayó que el Gobierno aplica normas estrictas contra los extranjeros que cometen actos ilegales.
«Seguimos decididos a cumplir con nuestras leyes migratorias. Aquellos que abusen de su estancia en Filipinas y realicen actividades ilegales serán sancionados».

Deportación rápida y cooperación bilateral
El 19 de septiembre, un vuelo de Philippine Airlines trasladó al grupo de regreso a China. El proceso fue fluido gracias a la cooperación entre la Embajada de China en Manila y las autoridades aduaneras filipinas.
Los POGO representaban una industria de 3 mil millones de dólares que permitía a personas en China continental y otras regiones donde el juego sigue prohibido participar en casinos en línea, antes de que el gobierno cerrara esta actividad.
El presidente Ferdinand “Bongbong” Marcos Jr. revocó todas las licencias POGO en julio de 2024. Tras esta medida, este negocio dudoso dejó de existir.
La decisión tenía sentido, ya que China llevaba tiempo solicitando límites al juego transfronterizo.

De la resistencia de Duterte al cumplimiento de Marcos Jr.
Durante la presidencia de Rodrigo Duterte, él se negó a acatar las solicitudes de Pekín para prohibir los POGO. Esta política cambia radicalmente con la administración actual.
Duterte sostenía que China no tenía derecho a decirle a Filipinas cómo debía gobernar, y defendía la industria por los beneficios económicos que generaba.
El sector tuvo un desempeño notable durante su mandato, generando ingresos significativos por impuestos y creando numerosos empleos.
Sin embargo, con Marcos Jr., el gobierno buscó mejorar las relaciones con China, lo que implicó que todas las empresas registradas tuvieran que cerrar.
El movimiento fue bien recibido internacionalmente, aunque dejó a muchos trabajadores extranjeros, principalmente chinos, sin empleo y en situación vulnerable.
Futuro incierto para los trabajadores deportados
Quienes fueron enviados de regreso podrían enfrentar tiempos difíciles. Muchos chinos fueron engañados para ir a Filipinas con falsas promesas de mejores condiciones de vida y sueldos más altos.
Al llegar, fueron explotados y obligados a trabajar en condiciones deplorables.
Muchos permanecen ocultos o atrapados por miedo a ser detectados si regresan a China, aunque los POGO ya no estén en operación.
La ley china prohíbe que sus ciudadanos trabajen en empleos relacionados con apuestas mientras están fuera del país.
El Partido Comunista Chino (PCCh) considera que este tipo de actividades representa un riesgo para la seguridad nacional.
Por ello, los 91 individuos deportados a China probablemente enfrentarán cargos y duras sanciones.
En 2019, más de 130,000 ciudadanos chinos trabajaban para los POGO, principalmente en atención al cliente y usando el mandarín como idioma principal.
Organizaciones de derechos humanos han denunciado que las prisiones en China son muy duras, con trabajos forzados y violaciones de derechos humanos, generando temor por las consecuencias de los deportados.
La deportación de estos 91 individuos evidencia la estricta aplicación de las leyes de juego y migración en Filipinas.
También refleja la seriedad de la situación política entre China y Filipinas.
A medida que el país continúa con la represión del juego ilegal, miles de trabajadores extranjeros obligados a dejar sus empleos aún desconocen qué les deparará el futuro.
Se encuentran atrapados entre dos estados que buscan frenar definitivamente el juego offshore.